La humanidad empezó hace más de dos siglos el uso masivo de los combustibles fósiles y sus derivados, por su alto rendimiento energético en comparación con los materiales empleados hasta entonces. Dicha actividad ha ido creciendo progresivamente hasta convertirlos no solo en los principales recursos energéticos, sino también en el mayor problema medioambiental hoy en día.
La obtención de esa tan deseada energía útil se basa en la combustión del carbono, abundante en todos estos productos. El carbono va generalmente acompañado de otros elementos como hidrógeno, nitrógeno o azufre. De manera que la inevitable formación de óxidos de todos ellos suele ser el origen de los impactos ambientales generados.
Sin embargo, no todas las sustancias producidas son tóxicas, ni todas son óxidos, ni todos los óxidos son indeseables. También podríamos decir que el problema depende de las cantidades producidas, o mejor, de la concentración que se alcance en la atmósfera.
Si te paras a pensar, verás que el tema no es simple, ni tampoco las soluciones...
Pero para abordar un gran problema, una de las estrategias consiste en dividirlo en varios más fáciles, cuyas soluciones puedan conducir a resolver el principal. Sigamos este camino y fijémonos en un aspecto concreto del asunto expuesto:
Vamos a centrarnos en las sustancias con carbono (C) que aparecen en los procesos de combustión de cualquier tipo de combustible fósil o de cualquiera de sus derivados, y descubriremos sus repercusiones en el medio ambiente y en la salud.
